Cuando entre al apostolado de Kenosis sabía que
iba a ser mi primer y último año, lo que no sabía era que iba a ser tan
hermoso, especial, único. No sabía que iba a encontrar esas personas: desde los
dirigentes hasta cada uno de los que fueron parte de aquello ese año, pasaron
por mi corazón. Dios me dio la oportunidad de pasar un momento con cada uno, de
poder disfrutar sin darme cuenta de cada risa, reunión, salida, convivencia, de
descubrirlo a Él de una forma nueva y distinta.
Si me preguntan qué palabra definiría a ese
apostolado, que fue mío y me sentí parte de él durante sólo un año (por cosas
que Papá Dios quiso que fueran así), sería sin lugar a dudas ALEGRÍA!! Es que
cuando llegabas ahí sabías que la ibas a pasar mejor, que todos te apoyarían si
ese día no era tu día.
Encontré amigos, encontré tesoros que Dios me
regaló, pero sobre todo encontré un nuevo Cristo, un Cristo Joven como yo, y
así pude descubrir que detrás de cada desesperanza, junto con Él, se puede
mostrar con la vida que la juventud no está perdida.
Al llegar el momento de empezar en la comunidad mi
cabeza estaba en otra cosa, quería volver a mi apostolado. Pero ahora sé que
Dios me quiso sólo ese año en el apostolado y hoy me quiere aquí, en esta
comunidad que me recibió con los brazos abiertos (como el Cristo del
Corcovado).
Aquí lo sigo descubriendo, me sigue enseñando,
moldeando; y todo eso en comunidad, en compañía de grandes personas que voy
conociendo día a día, que me brindan lo mejor de sí, me apoyan y se preocupan
por mí…Es como en una gran familia!! Con ellos aprendí algo muy importante: el
valor e importancia de la lucha ligada; que ya no estás solo y que no hace
falta que ser íntimo amigo de todos para recibir su apoyo. Realmente me hace
sentir bien y con confianza la compañía de ellos a la hora de seguir caminando,
trepando o escalando mi camino.
Luz Belén López - Comunidad Kenosis