¿Alguna
vez soñaste con volar? O con viajar a la velocidad de la luz. ¿Alguna vez
imaginaste qué pasaría si pudieses congelar el tiempo, y moverte a tus anchas
en un mundo petrificado? ¿Alguna vez te preguntas qué harías distinto si
pudieses dar marcha atrás y empezar muchas cosas de nuevo? Qué palabras
cambiarías, qué gestos evitarías, qué intentos cambiarían tu vida. Quizás
alguna vez soñaste con hacer milagros, tomar otros rumbos, amar mejor, aprender
otras cosas, aprovechar otras oportunidades… Pero la verdad es que tu vida es
la que es. Sólo una. Y esa es su grandeza.
EL SUEÑO
INÚTIL - Entonces se dijeron el uno al otro: «Vamos a edificarnos una ciudad y
una torre que llegue hasta el cielo» (Gen 11, 4)
El
sueño inútil es querer tenerlo todo. Como Eva y Adán, como aquellos insensatos
de Babel… El espejismo de la omnipotencia nos ha acompañado siempre. Alcanzar
las estrellas, descifrar los secretos del universo, comprender el corazón
humano, acertar siempre… Pero no somos así. Somos sólo fragmentos en un todo
abigarrado. Tú solo no vas a cambiar el mundo, ni a vencer al mal, ni a parar
las guerras, ni a curar al universo. Tú tienes que aspirar a ser lo mejor
posible, no lo mejor imposible. Puedes aspirar a mucho, pero no a todo. Debes
luchar por alcanzar muchas metas, no conformarte con la mediocridad, y, sin
embargo, abrazar la parte de renuncia y límite en ese camino. A veces se
llamará enfermedad, otras fracaso, otras tristeza… En ocasiones lo vivirás como
rechazo, otras como apatía. Tal vez en ti los límites estén en tu mal genio o
tu orgullo, en tu flaqueza o en tu falta de detalles. No quieras cambiar lo que
no puede cambiar. Pero, tal y como eres, vive el evangelio con todo tu corazón.
Procura no hacer daño ni dejar víctimas a tus pies.
¿En
qué te sientes limitado? ¿Dónde descubres tu flaqueza y tu pequeñez?
¿En
qué medida sientes que tu vida es plena?
Pídele
a Dios que te ayude a vivir con plenitud desde la limitación.
UN POQUITO DE
INSATISFACCIÓN - Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16, 24)
¿Lo
tienes todo? Pues ya estás muerto. Siempre queda algo por lo que luchar.
Siempre hay alguna página que escribir, algún objetivo que alcanzar, un amor
por conquistar, una herida que sanar. Siempre, incluso en la hora tranquila,
está en el horizonte la vuelta a la brega, y cuando se alcanzan metas aparecen
en el horizonte nuevos caminos que han de ser recorridos. ¿Estás ya tranquilo,
contento, sosegado, en paz y nada va a cambiar? Pues algo falla. Porque siempre
se puede aspirar a más. En el trabajo y en el cariño, en los proyectos y en el
propio lugar en el mundo. No tengas miedo de añorar; teme más bien conformarte.
¿Cuáles
son tus búsquedas hoy?
Háblale
a Dios de ellas, y piensa en si merecen la pena.
Fuente: Pastoral Universitaria Jesuita.