Hay cosas en nuestra
vida que, de alguna forma, son reflejo de Dios.
Tal vez no lo vemos tal y como
es, pues siempre es mayor que lo que percibimos. Pero hay algunas formas de
vivir, de ser, de estar y de querer, que nos hablan de Dios… Y la amistad es una
de ellas.
Me alegro de tener gente cercana. Vidas que se cruzan con la mía.
Rutas que hemos recorrido juntos (al menos por un trecho), por senderos que a
veces se separan y luego se entrecruzan de nuevo.
Me siento afortunado porque
hay nombres que forman parte de mi vida, no como un apunte en una agenda, sino
como una historia compartida. Hoy sé que no se puede mitificar la amistad, que
a veces es sublime y a veces horrible (o ambas).
Sé que no te libra de las
batallas (a veces las provoca), y casi siempre se construye desde lo más
cotidiano. No te libra de momentos de soledad. Pero es importante darte cuenta
de quiénes son tus gentes.
- NOS NECESITAMOS. - «El
amigo fiel es refugio seguro. El que lo encuentra, ha encontrado un tesoro.»
(Eclo 6, 14)
Es tan sencillo como
eso. Solos no podemos salir adelante. En los momentos de alegría hace falta
alguien con quien compartirla. Y en los de tristeza alguien para acompañar la
desazón. Gente con quien poder reírse y sentirse en paz. En quienes confiar y a
quienes poder acudir sin necesidad de inventar excusas.
Tampoco podemos
mitificar la amistad (como lo hace uno cuando es adolescente). Mis amigos
también tienen sus manías –como yo las mías–. Les quiero tal y como son. Sé que
podemos discutir, pero al final los vínculos siguen inamovibles. Puede haber
tormentas, y saldremos de ellas más fortalecidos.
Y qué alegría cuando recibes
un mensaje de alguien a quien le habías perdido la pista. O cuando los caminos,
que siempre juegan con nosotros, se vuelven a cruzar. Qué bien sienta cuando,
estando agitado, aparece esa presencia familiar que me ayuda a reírme de mí
mismo.
¿Quiénes son los
nombres importantes de tu vida?
Los amigos que has
ido teniendo en tu historia.
Pídele a Dios por ellos.
BUENOS AMIGOS - «A ustedes
los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre les he dado a conocer.»
(Jn 15, 15)
No puedo dar una
definición de lo que es un buen amigo. ¿Es aquél con quien compartes mucha
intimidad, o poca? ¿Con quien hablas de todo, o casi? ¿Con quien te sientes a
gusto?
Pues sí y no. Cada historia, cada relación, cada amistad, es un poco
distinta. En unos casos está hecha de compartir lo cotidiano, y en otras de
abrir el corazón desnudo. En unos casos surge casi a bote pronto, sin saber muy
bien por qué, y en otros nace del trabajo común, del tiempo gastado con otros,
de irse conociendo despacio…
Hay con quien te ríes de veras, y con quien puedes
mostrar tu enfado. Pero, en todo caso, todos esos brazos cercanos, esas vidas
que se asoman a la mía, esos momentos que van tiñendo mi horizonte se vuelven
parte del suelo firme en el que se puede construir una vida.
¿En
qué sentido crees tú que la amistad nos habla de Dios?