BIENVENIDO MOTIVADOR DE ADULTOS NÚMERO 10 – “Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.” Salmo 51, 17.


Nuestra cultura palestrista nos dice que lo común es que en una experiencia de motivador sean los padres quienes esperan a los hijos, así fue durante muchos años, pero desde hace un buen tiempo esa cultura se enriqueció con el recibimiento de los hijos a sus padres y todo lo que eso implica, esperas, palancas, ruegos, oraciones, y sobre todo gustar de sus palabras, sus emociones, sus llantos, sus cantos y alegrías. 
Y la reflexión nos lleva a un Dios generoso que también recibe a sus hijos adultos con los brazos abiertos, la misma experiencia de amor y de fiesta. Un nuevo PM de adultos, el décimo se arrima a la historia de salvación de esta porción del pueblo de Dios, Palestra. 
Vendrán a enriquecernos con su presencia, sus vivencias, sus sueños y compromisos asumidos, vendrán a hacer su propia historia y la historia de Palestra.

El Movimiento todo les da la BIENVENIDA a su lugar de entrenamiento y perseverancia, para permanecer en todo aquello que se propusieron en estos días.
Gracias a Dios por tanto, gracias a Dios por los que dejaron sus cosas para participar y llevar la palabra a nuestros hermanos, gracias a Dios por todos aquellos que pusieron en acción el servicio, tanto el que se ve, como aquel que se hace en el silencio, en la lejanía y en el anonimato. 
Gracias Señor por la posibilidad de HACER que nos hace adentrarnos en el SER, porsuperar los inconvenientes que encontramos en la evangelización, porque seguramente nos hacen pensar, madurar y sobre todo templar nuestro espíritu y no tener la tentación del hijo mayor, no fijarnos en lo bueno que le pasa al hermano. 
Gracias por las Comunidades del Movimiento, porque saben responder a los desafíos y poner en acción la Lucha Ligada junto a hermanos de todo el movimiento donde este está. 


¡Aquí estamos, señor, cuenta con nosotros
Y que tu gracia, inspire, sostenga y acompañe todos nuestros, 
proyectos, planes y tareas apostólicas.
Para que, comiencen siempre en ti, 
como en su fuente y tiendan siempre a ti, como a su fin.