HINÉNI = AQUÍ ESTOY, es una respuesta, el mismo llamado de un Dios fecundo y la misma respuesta de tantos hermanos en Palestra…

La palabra Hinéni  en la Biblia significa “estar aquí y ahora” en cuerpo, alma y espíritu, es un enorme SÍ...  al Señor que nos invita a vivir como hijos de Dios.
“Hinéni, quiere decir, “aquí estoy” – “heme aquí”, con esta palabra se explica el estado de atención y percepción cuando el Señor se manifiesta, nos llama.
Es estar consciente, es estar presente, atento.
Es una respuesta, como cuando Dios llamó a hombres y mujeres a Palestra, para responder el clamor de tantos otros hermanos en sus realidades personales, sociales, familiares.
Es decir aquí estoy, en cada motivador, en cada experiencia de Dios, una llamada, un escuchar y un responder, AQUÍ ESTOY, HINÉNI.
Es una disponibilidad, un si en potencia que el Señor espera de nosotros en estos tiempos de captación, iniciación, motivación, sedimentación, tiempos de evangelización.
Podemos usar algunas personas de la Biblia como un espejo en el cual nos reflejamos, para reflexionar sobre nuestro proceso de adhesión o conversión a Dios, son respuestas propias que hemos tenido a lo largo de años en el caminar del movimiento, son nuestros propios aquí estoy.
Ejemplos claros en la Biblia, los llamados a evangelizar, a estudiar, a ser ciudadanos, a formar una familia, a ejercer la vocación a la que he sido llamado, a comprometerme responsablemente para transmitir la buena nueva.
Esos hombres y mujeres como Abraham, Moisés, Samuel, Isaías, María, Jesús, Pablo, nos enseñan que cuando Dios nos llama, debemos demostrar el deseo de aceptar lo que vendrá, sin cálculos, sin especulaciones, sin miedos, excusas y falsas promesas, luego abandonadas a la primer dificultad.

Los ejemplos de las respuestas, de los AQUÍ ESTOY, de los HINÉNI.
ABRAHAM -
Casado con Sara, vive en Jarán, su oficio es pastor y líder de un grupo de familias, de una tribu que vive en el desierto, politeísta, y su pedido frecuente es tener un hijo. Cuando Dios penetra su vida, él y Sara son ancianos, lejos de procrear, se siente fracasado y frustrado.
Sin embargo un día escucha una voz que le dice: “Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré.” (Gn 12,  1-2).
Abraham, “esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones según le había sido dicho: Así será tu posteridad. No vaciló en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor –tenía unos cien años- y el seno de Sara, igualmente estéril. Por el contrario, ante la promesa divina, no cedió a la duda con incredulidad...” (Rom 4, 18-20).

El “hinéni - heme aquí” de Abraham le va a llevar a poner a prueba su fe: “Después de estas cosas sucedió que Dios  tentó a Abraham y le dijo: “¡Abraham, Abraham!”. Él respondió heme aquí.”
Le dijo; “Toma a tu hijo, a tú único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria y ofrécele allí en holocausto... Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y dispuso la leña: luego ató a Isaac, su hijo y le puso sobre el ara, encima  de la leña.  Alargó, Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
Entonces le llamó el ángel de Yahveh desde los cielos diciendo: “¡Abraham, Abraham!”  Él dijo: heme aquí...”  (Génesis 22: 1, 11)
El ser adulto, ya realizado en tantas cosas, trabajos, familia, acciones solidarias, no es un fin de la vida, el estar establecido no significa que todo terminó y solo se debe esperar lo que irremediablemente se producirá.  A la edad que sea estamos llamados a nuevos desafíos.
El ser dirigente en tantas oportunidades no nos lleva a instalarnos y decir que ya cumplimos, al contrario, siempre hay más oportunidades de responder a los distintos llamados.

MOISÉS
Nació hacia el año 1230 antes de Cristo, en el seno de una familia de esclavos judíos en Egipto. De niño fue abandonado al río Nilo y salvado por la hija del faraón. Fue criado como un príncipe. Ya de mayor, participó en la defensa de un esclavo y cometió un asesinato.
Este hecho le hizo salir de Egipto y refugiarse en el desierto, llevando una vida de pastor nómada y anónima. Pero un día “el ángel de Yahvéh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza” (Ex 3, 2) y... ¡le cambió la vida!.
El “hinéni – aquí estoy” de Moisés le va a llevar a salir de sí mismo, del refugio en el que se encuentra y poner su vida en juego para salvar a otros de la esclavitud y la muerte. 
“Dijo Moisés: Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza. Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo:
- Moisés, Moisés !
- Él respondió: Aquí estoy...
Dijo Yahvéh: Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra... Ahora, pues, ve: yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas de Egipto”. (3,3.7-8)

SAMUEL
Profeta, en el año 1100 antes de Cristo, hijo de Elcaná y Ana. Su nacimiento es una gracia concedida por Dios a su madre como fruto de su oración (Ana era estéril).
Samuel significa "Dios me ha escuchado". Sus padres lo consagraron al Templo de Silo, donde Samuel siendo un niño “escuchó la voz de Dios” en cuatro ocasiones y  respondió:
- “¡Aquí estoy! (1º Sam 3, 4); “Aquí estoy, porque me has llamado”; “Aquí estoy porque me has  llamado”; “¡Habla, que tu siervo escucha”.
El “hinéni - Aquí estoy” de Samuel le va a llevar a instaurar el carisma profético en el pueblo de Israel y a renovar el sacerdocio perverso de Elí y sus hijos.
A Samuel el escuchar y responder, le cambió la vida, como a cada uno de nosotros y nuestra disposición a proclamar lo que “hemos visto y escuchado” en Palestra nos llevará a trabajar sin descanso y a pesar de todas las dificultades para que otros conozcan a Jesús. 
No hay vacaciones para un dirigente, para un líder, porque su vocación es fruto del trabajo y de respuestas siempre en función del prójimo y de las situaciones difíciles.

MARÍA DE NAZARET:
Joven virgen desposada con José. Vive en Nazaret y pertenece al grupo de los “anawin” = los pobres que aguardaban el cumplimiento de las promesas mesiánicas.
Un buen día ha recibido el anuncio del arcángel Gabriel en el que le ha revelado que ella ha sido la escogida para ser la Madre de Dios. María, tras un diálogo sincero con el arcángel pronunciará las palabras más decisivas de la historia de la humanidad.
El “hinéni – he aquí la esclava del Señor” contiene toda la experiencia de una mujer que se sabe pequeña, humilde, una niña, pero reacciona como una grande, como mujer que sabe que si Dios habla, ella debe responder con un sí, para formar parte de los que abren el camino de Jesús.

“En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una Virgen, desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la Virgen se llamaba María. El  ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres."
Al final del encuentro con el enviado de Dios, María contestó: «Heme aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue” (Lc 1, 26-38.

JESUCRISTO
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la virgen, y se hizo hombre.
En el seno de la Trinidad se planteó una pregunta ¿quién de nosotros salvará a los hombres haciéndose uno de ellos? El Hijo, el Verbo dijo: HEME AQUÍ QUE VENGO A HACER TU VOLUNTAD, y el “Verbo se hizo carne” (Jn 1,14).
“Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo –pues de mí está escrito en el rollo del libro-  a hacer, oh Dios, tu voluntad! Dice primero:
Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te agradaron –cosas todas ofrecidas conforme a la Ley- entonces –añade-: He aquí que vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para establecer lo segundo. Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo” (Hb 10, 8-10)

Y El se hizo carne en la vida de nosotros, sus discípulos, sus dirigentes, sus líderes, y El hizo maravillas en nuestras personas, en nuestras vidas y muchos contemplaron la fuerza de Dios en muchos quehaceres.
Sea El, que nos lidere en estos tiempos que faltan para completar el año, son tiempos de bendiciones para nuestro Movimiento, para las comunidades, para todos aquellos dirigentes que miran el trabajo incansable de hombres y mujeres, y que eso es lo que hay que hacer cuando el Señor llama a trabajar en su terreno, en su mies, lleno de hermanos, de prójimos, esa será una vez más nuestro aporte al bien común de la Iglesia, a la evangelización.
Y será una manera de responder al nuevo impulso que nos trajeron desde la JMJ, nuestros dirigentes.
Todos hemos sido llamados a cumplir un parte de la economía de salvación, la que tiene Dios para sus hijos. Nuestros “hinéni – aquí estoy” tienen que estar llenos de intrepidez, desafíos y total abandono a la voluntad de Dios.