Cuando comenzamos nuestra vida en Palestra se activa nuestro
Proceso Educativo en Orden a la Santidad, germinan las primeras semillas del
Motivador y empieza a cimentarse nuestro carisma, nuestro modo particular de
ser y hacer, dentro de la Iglesia.
La perseverancia es una virtud que nos inclina a persistir,
a permanecer en algo, en el ejercicio del bien. Es continuación de un camino ya
iniciado, donde se hace realidad la vivencia comunitaria de la Fe, que desde la
Mística e Identidad Paulina, se asume como una opción vocacional, abarcativa de
todas las etapas de la vida.
Pablo era un hombre de acción; apenas convertido se pone al
servicio: “¿Quién eres Tú Señor? ¿Qué quieres de mí”?, y esa es la invitación
que hace a los nuevos palestristas que se enamoran de este estilo de
perseverancia.
El Movimiento nos brinda todas las herramientas necesarias
para perseverar, para estar con el Señor, para sedimentar y revisar nuestra
vivencia del PEDAL, para crecer en la lucha ligada, para salir a la palestra
diaria como discípulo comprometido.
El “Sí Señor, yo te sigo”, que dimos como respuesta
consciente y libre, implica nuestra entrega y adhesión a ese Cristo Camino,
Verdad y Vida, porque en el amor de Jesús madura nuestra respuesta como
palestristas, como imitadores de San
Pablo: “Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida Eterna a la que has
sido llamado” (1ª.Tim. 6, 11)
En este peregrinar, la distancia, el tiempo, los
condicionantes, las circunstancias no importan, lo importante es dar el primer
paso; partir implica cortar, dejar atrás una vieja condición, para emprender
algo nuevo. Hemos quemado en el fuego nuestro hombre viejo, pero necesitamos
varios cortes, varias quemas para la conversión definitiva.
Si estamos decididos a perseverar, cada nueva conversión es
un punto de partida, en el que abandonamos los fracasos, las visiones
estrechas, las prisiones, las cosas que nos esclavizan. San Pablo nos enseña
que la fe es la que nos permite romper esas cadenas, la fe nos permite ver la
mano de Dios en nuestra vida y reconocer la necesidad de una conversión
constante.
Y la Fe se vive y se enriquece en comunidad; uno de los
rasgos distintivo de perseverar al estilo palestrista es el sentido de la
perseverancia asumiendo la cruz; para nosotros perseverar significa asumir con
fortaleza las dificultades y pruebas que nos presenta la vida, perdurando en
Cristo y con Cristo; como San Pablo que hace de su lucha por el Evangelio una
misión: “Me he hecho todo con todos para
salvar a algunos y todo esto lo hago por
el Evangelio para ser partícipe del mismo.” (I Cor. 9, 22-23).
La meta que Pablo nos propone, es que nos encontremos unidos
en la misma fe, y en el mismo conocimiento de Cristo, esto se da en la medida
en que entramos en comunión con su existencia, con otros hermanos que eligieron
este estilo de vida.
En las comunidades de perseverancia nos formamos como
líderes y dirigentes evangélicos, recibimos herramientas para entrenarnos en la
lucha diaria, en nuestros ambientes, aprendiendo a ser perceptivos de la realidad
social, a integrar orgánicamente discipulado y misión. Por eso tenemos
diversidad de carismas en las comunidades, todas siguen el carisma paulino,
pero cada comunidad hizo su discernimiento para dar respuestas a distintas
realidades, de allí surgen los apostolados secundarios. San Pablo, trabajó por
los gentiles, adaptándose a cada realidad y llevando a Cristo a esos ambientes,
así construimos nuestra identidad en Tucumán, desde la diversidad.
¡Felíz perseverancia P.M.s 85 y 86! Que puedan animarse a
descubrir en Palestra el camino de la audacia misionera y la voluntad de
evangelizar la realidad tucumana al estilo paulino.