“Tenemos grandes razones para vivir bien, aunque estemos llenos de problemas. Todos tenemos recursos espirituales y humanos para ser FELICES. Tenemos preciosos valores e ideales que valen la pena alimentar.”
¿Cómo fue mi llegada a María Reina? estaba sin paz. Me sentía angustiada por errores o pecados cometidos.
Dominada por resentimientos, desilusiones, engaños y agresiones recibidas.
Para mí era más importante el hacer que el ser. Era más importante mi trabajo. Me sentía llena de obligaciones. Pensaba que el dinero y los bienes materiales darían felicidad. Mi corazón estaba duro, vacio, lleno de rencor, de emociones dolorosas; vivía sin fe, sin esperanzas y triste. Palabras como “DIOS TE AMA” o que “ERES LO MÁS IMPORTANTE PARA EL” o “JESUS MURIO EN LA CRUZ POR AMOR A MI” eran todas frases que no me movilizaban.
Esto me llevaba a sentirme triste, sola y me aleje de las personas porque las creía mis enemigos. Hasta que encontré esta querida comunidad (María Reina) donde me enseñaron a creer, a tener nuevamente fe, a que se transforme en parte de mi vida.
Aquí, estoy aprendiendo a caminar paso a paso. Algunas veces tuvieron que caminar más lento para esperarme. Porque no se trata de avanzar solo, porque solos no logramos nada. Y así, en este grupo, me hicieron ver que las cosas pueden ser de otro modo.
Llegue a mi PM 10 de adultos, donde estaba Jesús esperándome con su rostro amable, feliz, serenamente gozoso, y me dijo con amor: “VAMOS SILVIA, YO TE QUIERO, SIGAMOS JUNTOS. NO TE DETENGAS”. ESTE DIA VALE LA PENA”.
Así fui recuperando las esperanzas y el amor. Y cuando la tristeza se quiere apoderar de mi y llenarme de ideas pesimistas es una buena opción tener a María Reina para que me ayude a PEDALEAR y dar las gracias por los hermanos que vos, Jesús me regalaste.
· Gracias porque puedo caminar con ellos.
· Gracias por la preciosa aventura de la vida compartida.
· Gracias porque siempre me miran con ternura y comprensión.
· Gracias por valorar todo lo bueno que hay en mí y no buscar juzgarme sino darme siempre una mano para sacarme adelante.
GRACIAS JESÚS POR ABRAZARME Y RODEARME CON TUS BRAZOS LLENOS DE AMOR.
“La misericordia del Señor no se extingue ni se agota tu compasión; ellas se renuevan cada mañana y qué grande es tu fidelidad.” (Lamentaciones 3,22-23)
Silvia
Mastorchio. PM 10 de adultos. Comunidad María Reina.