Mi comunidad me enseña a crecer me da ciertas herramientas para afrontar diferentes pruebas que la vida te pone y saber que Dios siempre está conmigo.
En mi comunidad pase muchas vivencias, al lado de personas que Dios me puso en el camino, que en un principio eran desconocidos pero con el tiempo se convirtieron en grandes amigos, es mi pequeño tesoro. Es un tesoro porque hay personas fabulosas que con cada testimonio de vida te ayudan a ver, valorar lo que tenes y ser agradecidos.
Pero además de eso es que nos encontramos con Dios, cada reunión es un día de alegría nos vamos con algo nuevo, para poder transmitirlo en nuestro querido apostolado: las abuelitas del corazón! Y bueno, que hablar de mi apostolado…creo que eso sí que es muy preciado.
Realizando una visita se te renueva el corazón. Escuchando cada palabra, sintiendo cada caricia, abrazos, besos, llantos de esas abuelitas que nos esperan con muchísima alegría, entusiasmo. Y ver como en cada una de ellas está reflejado Cristo.
Es algo muy lindo ir a darle esas palabras de aliento, hacerles saber que no están solas, que Dios las acompaña día a día y que nosotros como comunidad siempre las tenemos presente en nuestras oraciones. Es un apostolado difícil, porque sabemos que su realidad, que sus enfermedades, que su soledad no cambiarán. Pero que alegrarlas en los días que vamos, o hacerles visitas sorpresas las alivia y reconfortan.
Quizás sea sólo una pequeña alegría. Pero es nuestra razón de ser. No necesitamos grandes cosas. Sólo eso nos hace feliz.
Belén Salazar – PM 84
”Una voz grita en el desierto allanen los caminos del señor “
No podía perder la oportunidad de empezar con esta maravillosa cita que me viene marcando el camino por la cual vengo transitando estos dos años de perseverancia.
Como poder transmitirles todos los sentimientos que tengo en mi corazón de una manera sencilla, porque son únicos, irrepetibles e inigualables.
Todo comenzó cuando decidí que mi vida tenía que dar un giro de 360 º. Me sentía triste, vacío, en un desierto que cada vez se hacía más grande. Lo tenía todo pero a la vez mi corazón lloraba. Es así que en una de las tantas homilías del Papa Francisco él dijo: “Ustedes no me eligieron a mí, he sido yo quien los eligió” Esas palabras llegaron a mi corazón, sentía que Dios buscaba de mí, quería que lo siguiera para su encuentro y puso tantas personas en el camino, que entendí solo él tiene todo planeado, en el momento y lugar indicado.
Estaba seguro que no todo terminaba ahí porque como hijo de Dios no podía callar lo que había visto y oído, era una persona distinta, mi corazón latía muy fuerte, había mucha vida, paz y tanto fuego encendido. No comprendía pero sentía que había crecido de una manera única, solo que tenía que seguir alimentando esa llama prendida.
Es así que llego a “JUAN EL BAUTISTA“, con una mezcla de sentimientos por todo lo que significaba “Juan“. Durante mi infancia y adolescencia había crecido con dos maravillosas abuelas, una que me “malcriaba” (los padres nos crían, los abuelos nos malcrían). Cuando falleció en 2004, sentí que se me había ido un tesoro inmenso, que todo el amor que me faltaba por darle ya no iba a poder hacerlo.
Hace dos años he descubierto que todo ese amor que tenía guardado en lo más profundo de mi corazón había surgido de una manera incalculable, que ellas fueron ese motor de amor en mi infancia para que yo hoy sea una luz de esperanza para todas las abuelas que son dejadas y olvidadas, que necesitan de palabras, sonrisas, caricias, abrazos, rezo por voz, cuídate, toma la pastilla.
A veces no pude ser fuerte y he llorado con ellas, cargando con su Cruz. Son tantísimas cosas hermosas que Dios me brinda en cada apostolado, ¿por qué? Porque es una fiesta, es la tarde distinta que se espera para tener una semana más que especial. Dios nunca olvida a nuestras abuelas, ellas saben que no están solas, que hay “hermanos en Cristo” que comparten un camino especial. Un párrafo aparte para ellos, ya que son un sostén en mi vida, ayudan a alivianar mi yugo, son más que hermanos, son amigos que Dios me regalo y son un tesoro para mi vida.
Hoy puedo decir que mi comunidad es el lugar donde descanso, donde aprendo que Cristo es el centro, porque está en cada una de sus palabras, gestos y dolor.
Sé que si todos estamos unidos en la fe, la esperanza, el “AMOR” y la caridad no habrá nadie que se oponga porque “La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies"
Leonardo Soria – PM 85
“Tengan fe en Dios. Yo les aseguro que el que diga a ese cerro: ¡Levántate de ahí y arrójate al mar!, si no duda en su corazón y cree que sucederá como dice, se le concederá” Marcos 11, 22-23.
Tengan fe… eso es lo que me motivo a caminar diferente hace 2 años cuando hice mi PM. La fe movió mi montaña, movió mi alma y movió a esas ganas locas de querer ser parte de mi querida comunidad “Juan el Bautista”, comunidad donde encontré a Jesús en cada uno de mis hermanos, encontré esa fuerza que muchas veces necesité y me encontré a mi, con 22 años y queriendo mover el mundo de la mano de Jesús.
Descubrí lo duro que puede ser mi cuarto día o lo bello que puede mostrarme en el camino y lo descubrí de la mano de ese Cristo que nunca me falla, que siempre me sostiene en esos días duros y que siempre me abraza en los días bellos.
Caminar con Juan el Bautista fue, es y será una de las mejores elecciones que tomé en la vida y por no decir la primera, la primera buena elección de mi vida, donde la Virgen María, Dios y el Espíritu Santo me guiaron de la mano de mis hermanos, amigos y compañeros de vida.
Esos hermanos que saben cuando me siento mal, que comparten conmigo las alegrías, aquellos que me cuidan cuando me enfermo, que me hacen reír cuando lo necesito, aquellos que se convirtieron en mis amigos!. Pero hay algo más que me dio Juan… Mi apostolado, ese pedacito de cielo que me llena el alma, que me hace grande, fuerte y me mima. Las abuelas son eso, mi pedacito de cielo.
Un domingo con ellas es un domingo ganado, es un domingo con Jesús en las manos suaves, calientes y arrugadas llenas de amor. Mi PM y Juan me enseñaron a luchar por lo que más quiero, me enseñaron que a pesar de las caídas, Jesús nunca te abandona, me enseñaron que si tengo que cambiar de carrera, tengo que ser valiente y hacerlo, que si tengo que luchar por mi bienestar, lo tengo que lograr y que si tengo que buscar a Jesús, lo haga en el rostro de las personas que más quiero.
A veces es difícil mantenerse en el camino correcto, es difícil luchar contra eso que te hace mal pero si encontrás tu PM y Juan, te aseguró que es mucho más fácil. Y si hay algo que siempre me hace ser más fuerte, más valiente y más alegre es saber que siempre voy a ser la niña de sus ojos.
Anahí Alarcón - PM 84
Hace 5 años que tengo la gracia de perseverar en este Movimiento, de poder amar y permanecer en Dios. Mi PM marco un antes y después en mi vida, descubrí el amor que Dios me tiene y desde entonces nunca jamás quise irme de él. El Señor nunca se deja ganar en generosidad, yo le di mi SI y el me regalo una hermosa comunidad, mi amado "Juan el Bautista", mi pedacito de cielo en la tierra como yo le llamo. Lo siento así porque es el lugar en donde encuentro a Dios, donde está el motor para mi vida, ese lugar que me llena de alegría, de paz, de amor, donde las risas y las lágrimas (que de mi parte son muchas jaja) se comparten, y en donde nunca me siento sola. Justamente esto es lo lindo de una comunidad, caminar por la vida ligado siempre a otros corazones. ¿Y que decir de mi apostolado? ¡Que lo amo con el alma! que visitar a los ancianos en los hogares es para mí ocuparme de ese Cristo necesitado. Donde hay abandono nosotros llevamos compañía, donde hay tristeza nosotros llevamos alegría, donde hay dolor nosotros llevamos amor y donde hay indiferencia nosotros llevamos muchos mimos, abrazos y besos. Y tengan por seguro que recibimos mucho más de lo que vamos a dar. Si hoy me preguntan que me hace elegir después de 5 años esta comunidad, es simplemente esto, que Juan el Bautista es para mí, Mi Pedacito de Cielo, en donde aprendí a amar y desde entonces soy feliz. Gracias Dios por tan tremendo regalo, vos conoces a los que son tuyos, yo soy tuya y vos sos el Señor de mi vida.
Verónica Rodríguez - PM 78
Mi nombre es Paula paliza, soy del PM 80 y persevero hace cuatro años en Palestra. No me resulta sencillo expresar en pocas palabras lo mucho que significan estos cuatro años en mi vida. Hice mi PM en octubre del 2011, y conocí el amor de un loco lindo llamado Dios, me descubrí como su hija amada, la niña de sus ojos. Cuando me presentaron a la Comunidad Juan El Bautista no dudé, sentí que mi corazón se estremeció, y fue un signo de saber que ese era mi lugar. Mis juanes(como nos llaman), son mi todo, mi comunidad es mi refugio, es ese lugar donde encuentro la paz que necesito, el equilibrio en mi vida, lo que me impulsa a tratar de ser mejor persona, es la luz en medio de la oscuridad y lo que me ayuda a mantener a Cristo vivo en mi corazón. Nuestro apostolado con ancianos realmente me revitaliza, me enseñó que hay que hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario, como lo dijo Madre Teresa. Nunca pensé que en gestos tan simples como una mirada, una sonrisa, un abrazo o el sólo hecho de tomar a la otra persona de la mano y sin decir nada solo escucharla, Dios se haría tan presente. Este año tuve un llamado especial para subir como consejera por primera vez a un PM. Sentí miedo, inseguridad y me creí incapaz. Sin embargo el Señor se bastó de mi pequeñez para hacer grandes cosas. Porque Él conoce a los suyos, y tanto me ama que me eligió para ser su instrumento. Y mi Comunidad fue importante en este tiempo, porque mis hermanos estuvieron cuando más los necesite, me acompañaron en la oración y pedalearon a mi lado. Hoy sólo puedo decir que "soy feliz y jamás dejaré de serlo porque pertenezco a mi Dios". Paula Paliza - PM 80