“Dios
y yo, potencia aplastante…”
Mi
nombre es Julieta Abraham, soy del PM 84 y hace dos años que formo parte de
este hermoso Movimiento. Cuando me pidieron que haga este testimonio pensé en
que hay tantas cosas por decir que se hace difícil expresarlo en pocas
palabras…
Un 3
de octubre subí a mi PM con mucha incertidumbre y sin entender qué era lo que
iba a buscar. Pero pasados los cuatro días terminé dándome cuenta de que la
alegría inmensa que sentía en mi corazón ensanchado por su amor era
inexplicable, las ganas de gritar al mundo lo feliz que me sentía eran
insuperables. A pesar de todo, Él nunca me había abandonado, y había estado
esperando por mi regreso.
Al
llegar aquí, me sentí llamada por un hermoso grupo de jóvenes, una increíble
comunidad y su bellísimo apostolado. ¿Cómo explicar lo que significa para mí
Juan el Bautista? Un camino compartido, un crecimiento, una multitud de manos
que se unen para hacer la marcha más liviana. Y con ella, hermanos, amigos,
compañeros de vida.
Indudablemente
mi comunidad, mis juanes, son los que me sostienen en los momentos de debilidad
y flaqueza, así como me acompañan en los de felicidad plena; son ellos quienes
me hacen conservar encendida la llama de Cristo. Mi comunidad es mi Iglesia en
pequeño, en ella están mis hermanos que
ayudan a cargar mis cruces, que me acompañan en este pedaleo, que a veces tanto
cuesta. Esas horas de cada reunión y cada apostolado que hacen que me olvide de
todo lo que hay afuera de donde estamos reunidos, y de recordarme la
importancia de hacer las cosas juntos por amor y caridad, para llevar a Dios a
nuestras queridas abuelitas de los hogares. ESO ES LUCHA LIGADA.
Agradezco
a Dios por haberme mostrado este camino, porque tener una vida ligada a
personas que hoy forman parte de mi comunidad es una verdadera bendición de
Dios. Porque no estamos aquí por casualidad, sino que estamos juntos por Él,
porque Él quiso que hoy aquí estemos nosotros y no otros. TA LOCO DIOS!!
“Una
voz grita en el desierto: Allanen los caminos para el Señor”.
Julieta
Abraham – PM 84
Cuando
llegue a la comunidad Juan el Bautista, ya habían pasado 5 meses de mi periodo
motivador. Y aun no encontraba a esa comunidad que Dios tenía preparada para
mí, había conocido ya varias comunidades todas y cada una de ellas hermosas y
con un inmenso amor a su apostolado, más
yo seguía sin encontrar mi lugar.
Hasta
que un día alguien me invito a conocer la comunidad a la que ahora pertenezco
JUAN EL BAUTISTA y en ella encontré esa paz q estaba buscando, un lugar que al
dar amor a otras personas te llenaba el alma. Y saber q siempre podes contar
con tus hermanos de comunidad.
Lo q
me hace regresar cada día son esas ganas inmensas de volver a ver a las abuelas
q siempre nos esperan para compartir cada fin de semana.
Gracias
por estos 2 años de amor a mi hermosa comunidad... “Porque nos encontró, nos
llamó, nos amó y nos pidió que confiemos en su Palabra.”
Fernanda
Villafañe – PM 83
No sé si podré expresar tantas bendiciones juntas. Si, así lo siento desde hace casi un año que el Señor me bendijo en acompañarlos a los juanes y a partir de allí fueron todas enseñanzas, signos y demostraciones de amor tanto de los abuelitos como de ellos.
Me enseñan a educar a mis hijitas y saber que algún día también se sentirán como ellos, para lo cual tengo que ser abierta y prepararme para acompañarlas e indicarles el camino hasta cuando Dios disponga. Me enseñan a verme como hija cuando estoy frente a las abuelitas, a que no tengo que olvidarme de mis papis.
Ellos también necesitan de mí como yo necesité de ellos al ser nacer. Le pido a Dios no soltarme de su mano y darle a mis papis todo y más de lo que me dieron. Me enseñan como integrante de la comunidad a hacer una charla, a cómo prepararla, a compartir un testimonio, una vida comunitaria. Además me contagian su espontaneidad y alegría!
Gracias juanes x permitirme caminar juntos y ver a Dios en cada uno de Uds. Los quiero mucho! "Vengan a mí. Estoy aquí".
Patricia Olivera – PM 9 adultos - Asesora Laica.
Asistir es acompañar, es ayudar, es estar presente… y Dios me dio la posibilidad de ponerme al servicio para cumplir esta nueva misión, hermosa y a la vez desafiante de ser la asistente técnica de los Juanes, de compartir la vida y mi vida de Movimiento con ellos y eso es motivo de alegría y agradecimiento, de devolver todo lo que generosamente Palestra me brindó. Y digo que es una tarea hermosa porque ellos reavivaron la llama, de ese Sí Señor yo te sigo, la encendieron con su juventud, con su compromiso, con su pureza y esperanza, y con la facilidad en que me abrieron las puertas de su comunidad y de su corazón en tan poco tiempo.
Pude descubrirlos y amarlos primeramente a través de su apostolado, ahí donde dejan el alma y se hacen nada para las abuelas, que los esperan y se llenan de Dios a través de esas visitas. El Señor se vale de lo pequeño para hacer grandes cosas, porque ellas son las que más nos enseñan de la vida y las que nos evangelizan. Hago mías las palabras de Estrella, una de las abuelas de la residencia: “Durante años fui yo la que lo visitaba a Jesús y ahora El viene a visitarme!!” eso resume todo, por eso vale todo.
Agradecimiento es la segunda palabra que se me viene a la cabeza, porque Dios me dio tanto a través de este Movimiento que es imposible decir que no cada vez que me piden algo. Ser asistente técnica es una palabra que me queda grande, por eso es un desafío que implica continuar formándome para acompañarlos y guiarlos en su formación, no olvidarme el ejemplo de lo que fueron mis asistentes y asesores de joven porque realmente me dieron lo mejor de cada uno, no solo en lo técnico sino compartiéndome su vida en Palestra y su lucha diaria, y por sobre todo disponer el corazón para escuchar y acompañar, ofrecer el tiempo para estar presente y hacer el ejercicio de salir al encuentro de cada uno de los chicos.
Bendito este proceso educativo que nos permite renovarnos, redescubrinos, recomprometernos, ser hermanos, compartir y compartirnos en cada etapa de nuestras vidas, desde distintos lugares, para aprender y no dejar de acrecentar el don de la fe.
Bendito Dios por este regalo que es la comunidad Juan el Bautista en mi vida, porque son luz que da vida y anima mi perseverancia, porque llenan de alegría nuestra casa, porque me enseñan con su pedaleo diario, porque llenan de esperanza mi ganas de seguir anunciando la Buena Noticia, como San Pablo, antorcha en alto, sirviendo juntos en la acción.
Fernanda Zamora – PM 65