En el año 1961, vientos de cambio corrían para la Iglesia. Vientos que soplaron fuertemente en Latinoamérica trayendo lo que se dio en llamar “la primavera de la Iglesia”… Y nosotros los palestristas, somos brotes nuevos de ese tiempo precioso de apertura y renovación. Brote primaveral que nació un 13 de mayo de ese año en Venezuela y que fue extendiendo sus frutos hasta llegar a nuestro país.
“No habrá hombres nuevos sin estructuras renovadas…” decía el Documento de Medellín y agregaba el de Puebla “ha llegado la hora de la acción”. Y esta es la impronta que da raíces y alas a nuestro amado Movimiento y en ella se basa su mística de comunión y acción… misterio que hace latir nuestras comunidades al ritmo de los cambios del mundo y las hace palpitar cuando llegamos a las “periferias” como dice Francisco al son de una evangelización “nueva en sus métodos, en su ardor y en su expresión…”.
Es este impulso a ponerme en “Movimiento” lo que me hizo optar por Palestra entre todas las Asociaciones y grupos de Iglesia. Esta oportunidad de ligarme a otros en el Estadio, de entrenarme para liderar transformaciones pequeñas y grandes de ideas, de criterios, de estructuras y de lugares.
PALESTRA significa para mi, combatir el buen combate de la fe como estilo de vida. Fatigarme y luchar con la fuerza de Cristo que obra poderosamente, saber que Jesús el Señor elige lo que el mundo tiene por necio, lo que desprecia, para confundir a los sabios, que su Gracia basta en mi debilidad… Y esta Verdad me liberó y me permite ofrecer señales de liberación en los ambientes en los que me muevo: el colegio, la oficina, la familia, mi barrio, mis amigos, los vulnerables, los olvidados.
Me quedo en PALESTRA desde hace más de 25 años, más de la mitad de mi vida, porque mi historia personal me muestra que “no tiene ni techo ni pared” porque el Movimiento no está en el Tulio, no está en el sábado de reunión ni en el apostolado únicamente, sino que debe estar en la trinchera de la calle, dando lucha esperanzada y a veces marchando en plena noche, nosotros pecadores cualquiera, en busca de redenciones propias y ajenas.
Hoy demos gracias a Dios por el carisma que nos ha regalado y pidamos a nuestra Madre de Fátima que siga acompañando al Movimiento como lo hizo con los apóstoles aquel Pentecostés y nos comprometamos a fortalecer nuestra esencia de ser -como tan bien lo dice el Papa Francisco- “Una iglesia en salida, una iglesia que se acerca, que se allana para no estar distante, que sale de su comodidad y se atreve a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del evangelio”. Oh bella ciao!
Ceci López, PM 38 - COMUNIDAD POZO DE SICAR
http://lidydir.blogspot.com.ar/2007/07/jose-pealoza-pealoza-fundador-de.html