- NO TE ENTREGUES CORAZÓN, NO TE ENTREGUES... - Una Palanca a nuestra perseverancia.

No te entregues; cuantas veces alentamos a un ser querido, a un amigo, e incluso a un desconocido a que no aflojen, a que sigan, a aguantar.
Cuantas veces pasamos por esas situaciones de vida de otros y nuestro corazón se compadecía y nos faltaban palabras y gestos para ayudar.
Cuantas veces percibimos el trabajo de Dios en hacernos felices, dignos, libres, plenos, cuantas oportunidades y situaciones que hubo en nuestra vida para tener armonía interior, para sentirme bien, para desarmar ese nudo en el estómago, ese miedo, esa angustia.
Cuantas veces esperamos la zarza ardiente, la manifestación brillante, esplendorosa y llena de signos que nos “conmueven” hasta lo más hondo de nuestro ser y lo que verdaderamente dio resultado siempre, pero siempre, fue lo pequeño, lo simple, un gesto, una palabra, un ejemplo, un testimonio, lo que escapa a nuestra vista si no estamos atentos, si esperamos magia.
Dios podría haberse manifestado en nuestras vidas con signos tremendos, rodeado de la pompa de los grandes poderes, y lo hizo con el pueblo de Israel rodeado de grandes imperios; el egipcio, asirio, babilonio o el romano.
Pequeñas fueron Belén y Nazaret donde Jesús nació y vivió, pequeños los lugares por donde compartió la vida comunitaria con otros, pequeña e “insignificante” la cruz donde murió, pequeña e insignificante la tumba donde resucitó.
Pero las consecuencias de todos estos lugares y actos pequeños, nos presentan a un Dios que quiere que nosotros seamos los artífices de nuestra dignidad de hijos y hermanos.
Como el hijo que sale de la casa a buscar nuevos horizontes convencido que esa es su meta y su manera, las consecuencias fueron otras, pero tuvo la valentía de no entregarse y volver a pensar en su vida, en sus cosas y que está destinado no solo a ser feliz y digno, sino a compartir sus talentos con otros.
La canción que acompaña a estas palabras expresa esa lucha interior que todos tenemos por ser mejores, por ser personas, por ser libres de toda esclavitud y muerte.
En estos tiempos de Cuaresma tendremos que acercarnos a Jesús, para que inspire el fervor de la vida en nosotros.
La forma en que Jesús se acercaba a las personas y la fe que ponía en ellas, dicen mucho de su percepción de las situaciones humanas por las que atraviesa una persona. La fe que Jesús ponía en todas las personas, sobre todo en las más marginadas de todos los tiempos, era la forma de animarlos a enfrentar y confrontar sus parálisis, sus cojeras, cegueras, ese nudo en el estómago. El no se entregó, y su mensaje es; no te entregues corazón, no te entregues. Otros necesitan de tu corazón.

Te han sitiado, corazón, y esperan tu renuncia…
los únicos vencidos, corazón, son los que no luchan.

No te entregues, corazón libre, no te entregues…
no te entregues, corazón libre, no te entregues.

No los dejes, corazón, que maten la alegría…
remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas.

No te entregues, corazón libre...

Y recuerda, corazón, la infancia sin fronteras…
el tacto de la vida, corazón, carne de primaveras.

No te entregues, corazón libre...

Se equivocan, corazón, con frágiles cadenas…
más viento que raíces,corazón, destrózalas y vuela.

No te entregues, corazón libre.

No los oigas, corazón, que sus voces no te aturdan…
serás cómplice y esclavo, corazón, si es que los escuchas.

No te entregues, corazón libre.

Adelante, corazón, sin miedo a la derrota…
durar no es estar vivo,corazón, vivir, es otra cosa.

No te entregues, corazón libre
Rafael Amor