- ¿QUIÉN NOS CONVIERTE?

Un dios que modela mi barro...
Al comenzar la cuaresma se nos invita a la conversión. Pero eso no es un empeño voluntarista, ni propósitos loables, es Dios quien nos convierte, cuando le dejamos.
Es Dios quien transforma nuestras vidas y les da hondura y plenitud. Es Dios quien nos hace madurar y crecer, asumir la vida con toda su complejidad y que, infatigable, está trabajando en cada uno de nosotros…
He cambiado mucho en la vida. Desde que era pequeño hasta hoy. He conocido gentes, he compartido historias, he tenido aciertos y algún que otro descalabro.
Y ahora soy consciente de que cuando te he dejado acunarme o sacudirme, cuando he dejado que tu palabra llegue hasta mis entrañas, entonces tú me has cambiado. Pero soy lento, y a menudo sordo o perezoso para Ti.
Me atasco en mil dinámicas que no me dejan vivir a tu manera. Me veo débil, a veces necio… Menos mal que sé que tú no te cansas de modelarme, que me vas transformando con manos firmes.

¿Dónde me veo necesitado de conversión?
¿Dónde siento que Dios trabaja en mí?

Un dios que recrea el mundo…
Y al tiempo soy consciente de que vas tocando otras vidas, otras historias, otras gentes. Y en ocasiones me reconozco en otros rostros, y me siento cercano a otras vidas, porque sé que detrás de todos estás, uniéndonos, trabajando en cada ser humano, sin rendirte con nadie, porque crees en todos.
Trabajas en aquellos a quienes quiero, y en aquellos que me hacen sufrir. En los cercanos y los lejanos, en las víctimas y los verdugos. Trabajas incansablemente, siembras en cada uno de nosotros la semilla de tu amor.
¿Miro al mundo intuyendo que Dios está transformándolo?
¿Dónde hay destellos de Dios?

Mirar cómo Dios habita en las criaturas… y en el ser humano dando entendimiento.
Y también habita en mí, dándome ser, animándome,
haciéndome sentir y comprender, y viviendo en mí…