Casi nadie descansó bien esa noche del 8 de julio de 1916 en la cálida ciudad de Tucumán, porque el acontecimiento mayor se acercaba, ya estaban todos los que representaban al mundo revolucionario de esos tiempos, los nombres, sus ideas, sus mandatos, sus miedos, sus maneras de hacer y la responsabilidad compartida de hacer la Patria.
Los representantes Tucumanos que en un principio eran tres, y luego dos con la renuncia de Serapión de Arteaga, tenían instrucciones de pedir; “que la constitución que se sancione sea adaptable a nuestra situación local y política, a los hábitos de los ciudadanos, y que aliente la timidez de unos, que contenga la ambición de otros, que acabe con la vanidad inoportuna, que ataje pasiones atrevidas, destruya pretensiones insensatas y que de al pueblo la carta de sus derechos y al gobierno la de sus obligaciones”.
Interesante punto de reflexión para nosotros los ciudadanos y para los gobernantes de nuestros días. Para todos es la Constitución, para todos los derechos y para todos las obligaciones.
Todos estaban en ese salón de las deliberaciones, se palpaba en el ambiente el aire fresco de la libertad, las puertas y las ventanas de la casa estaban abiertas y los que se agolpaban en ellas servían de transmisores de todo lo que se decía adentro.
Esa mañana, a pedido del jujeño Teodoro Sánchez de Bustamante, se comienza a tratar el proyecto de; “Libertad e Independencia del país.”
Se levantó Juan José Paso y preguntó; “si querían que las provincias de la unión, fuesen una Nación Libre e Independiente de los reyes de España y su metrópoli”… a lo que en una sola aclamación llena de pasión y sentimientos contenidos respondieron afirmativamente.
Dice Paul Groussac; “…su voz, se transmitió como repercutido trueno al publico apiñado desde la galería y patio hasta las calles.”
De esa manera lo que se pronunció el 25 de Mayo de 1810, se hacía una solida realidad, invistiéndose, como dice el Acta de Independencia; “...del alto carácter de Nación libre e Independiente.”
Esta ciudad, corazón de tan inmenso territorio, fue, es y será la sede la histórica declaración de la Independencia.
El 21 de Julio, las autoridades juraron la Independencia y se festejó con bailes y actividades para celebrar en todo sentido este acontecimiento. Luego, la vida continuó, de una manera distinta, dueños de nuestros destinos, para bien o para mal, pero dueños.
En estos días, muchas cosas nos distraen de reflexionar sobre esos hechos, quizás, si profundizamos la historia vemos que los hombres y mujeres de esos tiempos, sus representantes no estaban en el paraíso ni en una posición privilegiada, estaban con los recursos al limite, solo la pasión, las ganas de libertad y de decidir por si mismos los mantenía centrados en sus objetivos, lejos de sus familias, de su vida habitual, se animaron a a venir y proclamar la independencia.
En estos días, los problemas no nos tienen que distraer y realizar en nuestro interior de personas y ciudadanos, en nuestros grupos, en nuestras comunidades el trabajo intenso de sacarnos todo tipo de cadenas y buscar la libertad.
El Plan Pastoral de nuestra Arquidiócesis nos pide que “CONSTRUYAMOS UNA PATRIA PARA TODOS”, un desafío, una tarea, pero no olvidar que se necesita, hombres y mujeres que estén dispuestos en estos tiempos a colaborar y a reafirmar esa Independencia y esos motivos que llevaron a esos hombres a perseguir el objetivo de la Independencia.
No involucrarnos, no participar, no actuar, no expresar, no ayudar a construir una PATRIA PARA TODOS, será la peor forma de sentirnos miembros de la misma.
La Declaración de la Independencia no fue una manifestación de buenas intenciones, frases y firmas, fueron actitudes colectivas que se unificaron para construir.
Nació como una Patria de todos y para todos por igual y como dato significativo, el Acta de Independencia se escribió en los idiomas Quichua y Aymará. Un fundacional elemento inclusivo, desde el comienzo mismo de nuestra Independencia como Nación soberana.
Por lo tanto, el desafío continúa, recién somos una Nación que cumplirá sus primeros y jóvenes 200 años. Que sea el día a día como ciudadanos la manera de renovar esas actitudes de libertad e independencia.
Los representantes Tucumanos que en un principio eran tres, y luego dos con la renuncia de Serapión de Arteaga, tenían instrucciones de pedir; “que la constitución que se sancione sea adaptable a nuestra situación local y política, a los hábitos de los ciudadanos, y que aliente la timidez de unos, que contenga la ambición de otros, que acabe con la vanidad inoportuna, que ataje pasiones atrevidas, destruya pretensiones insensatas y que de al pueblo la carta de sus derechos y al gobierno la de sus obligaciones”.
Interesante punto de reflexión para nosotros los ciudadanos y para los gobernantes de nuestros días. Para todos es la Constitución, para todos los derechos y para todos las obligaciones.
Todos estaban en ese salón de las deliberaciones, se palpaba en el ambiente el aire fresco de la libertad, las puertas y las ventanas de la casa estaban abiertas y los que se agolpaban en ellas servían de transmisores de todo lo que se decía adentro.
Esa mañana, a pedido del jujeño Teodoro Sánchez de Bustamante, se comienza a tratar el proyecto de; “Libertad e Independencia del país.”
Se levantó Juan José Paso y preguntó; “si querían que las provincias de la unión, fuesen una Nación Libre e Independiente de los reyes de España y su metrópoli”… a lo que en una sola aclamación llena de pasión y sentimientos contenidos respondieron afirmativamente.
Dice Paul Groussac; “…su voz, se transmitió como repercutido trueno al publico apiñado desde la galería y patio hasta las calles.”
De esa manera lo que se pronunció el 25 de Mayo de 1810, se hacía una solida realidad, invistiéndose, como dice el Acta de Independencia; “...del alto carácter de Nación libre e Independiente.”
Esta ciudad, corazón de tan inmenso territorio, fue, es y será la sede la histórica declaración de la Independencia.
El 21 de Julio, las autoridades juraron la Independencia y se festejó con bailes y actividades para celebrar en todo sentido este acontecimiento. Luego, la vida continuó, de una manera distinta, dueños de nuestros destinos, para bien o para mal, pero dueños.
En estos días, muchas cosas nos distraen de reflexionar sobre esos hechos, quizás, si profundizamos la historia vemos que los hombres y mujeres de esos tiempos, sus representantes no estaban en el paraíso ni en una posición privilegiada, estaban con los recursos al limite, solo la pasión, las ganas de libertad y de decidir por si mismos los mantenía centrados en sus objetivos, lejos de sus familias, de su vida habitual, se animaron a a venir y proclamar la independencia.
En estos días, los problemas no nos tienen que distraer y realizar en nuestro interior de personas y ciudadanos, en nuestros grupos, en nuestras comunidades el trabajo intenso de sacarnos todo tipo de cadenas y buscar la libertad.
El Plan Pastoral de nuestra Arquidiócesis nos pide que “CONSTRUYAMOS UNA PATRIA PARA TODOS”, un desafío, una tarea, pero no olvidar que se necesita, hombres y mujeres que estén dispuestos en estos tiempos a colaborar y a reafirmar esa Independencia y esos motivos que llevaron a esos hombres a perseguir el objetivo de la Independencia.
No involucrarnos, no participar, no actuar, no expresar, no ayudar a construir una PATRIA PARA TODOS, será la peor forma de sentirnos miembros de la misma.
La Declaración de la Independencia no fue una manifestación de buenas intenciones, frases y firmas, fueron actitudes colectivas que se unificaron para construir.
Nació como una Patria de todos y para todos por igual y como dato significativo, el Acta de Independencia se escribió en los idiomas Quichua y Aymará. Un fundacional elemento inclusivo, desde el comienzo mismo de nuestra Independencia como Nación soberana.
Por lo tanto, el desafío continúa, recién somos una Nación que cumplirá sus primeros y jóvenes 200 años. Que sea el día a día como ciudadanos la manera de renovar esas actitudes de libertad e independencia.