- Y AHORA, QUE HACEMOS?. - “No podemos servir a dos señores…”

Se lo he oído a Jesús en el evangelio de Lucas. Una familia sin pan, la noche y el amigo, la noche y el camino, la noche y el vecino amigo… “Amigo, préstame tres panes, porque ha venido a mi casa un amigo que pasaba de camino no tengo nada que ofrecerle”.
Y me ha conmovido el contraste, y me he dicho: ¿No era aquello mejor que ir a una ventanilla fría, temeroso a pedir un crédito hipotecario?
Conocemos otras parábolas de Jesús que hablan de acreedores sin entrañas, de deudores encarcelados hasta pagar sus deudas u obligados a enajenar sus campos heredados de los padres o a vender como esclavos los hijos. De todo había entonces y de todo hay hoy, la bondad, pero también el cinismo y la incertidumbre.
Cunden la incertidumbre y la alarma en este guiso de bancos, créditos basura y títulos tóxicos, que yo no sabía ni lo que son.
No sabía tampoco lo que era el Lehman Brothers, siendo al parecer un señor tan importante y peligroso, ni del Bearn Stearns ni del Merril Lynch, ni del Bradford y Bingley ni de la AIG. Y llego al colmo del no saber, si los bancos nos deben o nosotros les debemos.
Eso sí, me va quedando muy claro que acabaremos pagando sus deudas, primero les dimos nuestros ahorros, y ahora tenemos que comprar los ahorros que les dimos.
Rescatamos los bancos, y ellos nos hunden; rescatamos los bancos y los bancos nos venden. El mundo sigue girando, y nosotros no acabamos de aprender.
Razón tenía Benedicto XVI cuando dijo recientemente que el “dinero no es nada”. Lo malo es que, lo que “no es nada”, haga tanto daño.
Yo me asomo a la vida y veo a Dios en la historia de la noche y del amigo caminante. Está a la vista, no hay más que mirar. Dios es en todo lo que veo, mientras que el dinero de los bancos hace que se hunda y se destruya todo lo que veo y amo. Y quieren que los rescatemos.
Jesús no anunció el “fin del mundo” con sus montes y sus mares, sus bellas primaveras y otoños. Anunció, por ejemplo, el fin de la especulación y de las máquinas virtuales de ganar dinero virtual.
El sueño de Jesús nos despierta, y en él nos alegramos. Jesús no era enemigo de los pequeños ahorros, pero le gustaba más la pobre viuda que da en limosna, lo poco que tiene sin preocuparse mucho del mañana.
Jesús no era enemigo del pobre denario ganado con el sudor de la frente, pero aborrecía el engañoso dinero convertido en señor, virtual y engañoso.
Ya sabemos: “No podemos servir a dos señores…” En otro lado está escrito; “No es posible montar dos caballos al mismo tiempo ni estirar dos arcos a la vez “.

Jesús no fue enemigo del rico, pero quiso liberarlo de su esclavitud. Jesús nos invita a ser sabios con lo que tenemos. Nos invita a no amar la riqueza, no amontonarla, compartirla. Pero… nadie es quién para decirle a otro cómo debe ser generoso, cómo debe poner cuanto tiene, al servicio del prójimo.
Qué hacemos? Pues, pasemos de lo virtual a lo virtuoso. Inventemos otro mundo, otro sistema, otros bancos, si hace falta. Un mundo sin hipotecas a poder ser, un mundo sin burbujas inmobiliarias que, al mismo ritmo que aumentan las casas, hacen que aumente la gente sin techo.
Discernir con gran libertad lo que hemos de hacer con lo que tenemos, pero conozcamos la libertad de no necesitar mucho y el gozo de compartir lo que poseemos. Ésa es la sabiduría de Jesús.
Zaqueo sintió que Dios le visitaba con Jesús y no cambió de oficio, pero sí de corazón. Conoció la alegría de saberse visitado, de compadecerse de los pobres, de compartir los bienes, de sumarse al sueño de Jesús.

Fragmentos de un texto de José Arregi. España.
Fotos: Los ninguno - Roberto Koch