Cada 25 de Mayo es una nueva oportunidad de libertad para nuestra Patria. En el Cabildo Abierto de 1810 ocurrían hechos y acontecimientos que cambiaban para siempre el rumbo de la Historia de un Pueblo con aspiraciones de ser una Gran Nación.
Un Cabildo Abierto se caracteriza por que circula la palabra como expresión de acuerdos y también de desacuerdos. La libertad solo es posible en la diversidad, en la pluralidad de acciones y opiniones. No hay libertad sin liberación, pero indudablemente muchos sectores de nuestra Patria aun hoy sufren las ataduras de la pobreza y la marginación, mientras muchos otros padecen la inequidad de la falta de oportunidades, o la violencia en cualquiera de sus formas. No hay duda que la deuda pendiente de los Argentinos es la “deuda social”.
Pero próximos al Bicentenario, se me ocurre preguntar ¿a quien le corresponde hacerse cargo de esta gran deuda?, la respuesta rápida es al Estado, a los Gobiernos Nacionales, Provinciales y Locales. Llevamos décadas de criticar a un Estado ausente, pero no es casual. Su ausencia se cimentó, en decidías ciudadanas, en la cultura de las omisiones, en el no te metas, la comodidad de pensar que los problemas son ajenos, sino los padecemos.
Dicen nuestros Pastores; “…Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras”. Creemos estar ante una oportunidad única. Podemos aprovecharla, privilegiando la construcción del bien común, o malgastarla con nuestros intereses egoístas y posturas intransigentes que nos fragmentan y dividen.
¿Por qué hablar de un proyecto de país? Hay una opinión generalizada sobre la necesidad de establecer políticas públicas que, tomando como fundamento nuestra Constitución Nacional, propicien un desarrollo federal, sano y armónico de la Argentina”.
“En un continente de bautizados, advertimos la notable ausencia, en el ámbito político, comunicacional y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos, con fuerte personalidad y abnegada vocación, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas”. (Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad. 2010-2016)
Involucrarnos, que sólida premisa para nosotros los Laicos, Bautizados corresponsables de nuestra historia, constructores de una Patria mas fraterna.
La realidad que nos agobia a todos, reclama de nosotros un Liderazgo Ético que transforme las estructuras y los espacios de participación cívico – ciudadana desde premisas de Bien Común.
Resulta imprescindible acordar una Nueva Institucionalidad de lo Público y de lo Privado. Sectores (Estado. Empresa, Sociedad Civil) que interactúan en vista a un proyecto común.
Un nuevo pacto social donde la Democracia pueda consolidarse, seria un hacernos cargo entre todos del Bien Común que deseamos, pero sobre todo que necesitamos con “dramática urgencia”.
En vistas al Bicentenario permítanme animarme a reflexionar sobre algunas utopías que se deben concretar en acciones y actitudes: (Para LLER COMPLETO, hacer clic en el signo +)
Un Cabildo Abierto se caracteriza por que circula la palabra como expresión de acuerdos y también de desacuerdos. La libertad solo es posible en la diversidad, en la pluralidad de acciones y opiniones. No hay libertad sin liberación, pero indudablemente muchos sectores de nuestra Patria aun hoy sufren las ataduras de la pobreza y la marginación, mientras muchos otros padecen la inequidad de la falta de oportunidades, o la violencia en cualquiera de sus formas. No hay duda que la deuda pendiente de los Argentinos es la “deuda social”.
Pero próximos al Bicentenario, se me ocurre preguntar ¿a quien le corresponde hacerse cargo de esta gran deuda?, la respuesta rápida es al Estado, a los Gobiernos Nacionales, Provinciales y Locales. Llevamos décadas de criticar a un Estado ausente, pero no es casual. Su ausencia se cimentó, en decidías ciudadanas, en la cultura de las omisiones, en el no te metas, la comodidad de pensar que los problemas son ajenos, sino los padecemos.
Dicen nuestros Pastores; “…Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras”. Creemos estar ante una oportunidad única. Podemos aprovecharla, privilegiando la construcción del bien común, o malgastarla con nuestros intereses egoístas y posturas intransigentes que nos fragmentan y dividen.
¿Por qué hablar de un proyecto de país? Hay una opinión generalizada sobre la necesidad de establecer políticas públicas que, tomando como fundamento nuestra Constitución Nacional, propicien un desarrollo federal, sano y armónico de la Argentina”.
“En un continente de bautizados, advertimos la notable ausencia, en el ámbito político, comunicacional y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos, con fuerte personalidad y abnegada vocación, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas”. (Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad. 2010-2016)
Involucrarnos, que sólida premisa para nosotros los Laicos, Bautizados corresponsables de nuestra historia, constructores de una Patria mas fraterna.
La realidad que nos agobia a todos, reclama de nosotros un Liderazgo Ético que transforme las estructuras y los espacios de participación cívico – ciudadana desde premisas de Bien Común.
Resulta imprescindible acordar una Nueva Institucionalidad de lo Público y de lo Privado. Sectores (Estado. Empresa, Sociedad Civil) que interactúan en vista a un proyecto común.
Un nuevo pacto social donde la Democracia pueda consolidarse, seria un hacernos cargo entre todos del Bien Común que deseamos, pero sobre todo que necesitamos con “dramática urgencia”.
En vistas al Bicentenario permítanme animarme a reflexionar sobre algunas utopías que se deben concretar en acciones y actitudes: (Para LLER COMPLETO, hacer clic en el signo +)