- 24 DE SEPTIEMBRE: DÍA DE LA MERCED - hay otros hermanos aprisionados en celdas personales expresadas en el odio, el estilo de vida de la desunión, de ver todo negativo…

UN VISTAZO RÁPIDO A LA HISTORIA
La Orden de la Merced es una Orden religiosa católica fundada en 1.218 por San Pedro Nolasco. La noche del 1 de agosto de 1218 se le apareció la Virgen María, le animó en sus intentos y fue así como funda una orden dedicada a la “merced” (realización de una buena acción sin esperar nada a cambio).

Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes (el contexto histórico es el largo conflicto entre la invasión árabe y los reinos de mayoría cristiana en la península ibérica). Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos.
San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María la tomaron como patrona y guía. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.
En 1776 se adopta un cambio en la redefinición de las funciones de esta Orden religiosa para ser más fieles al carisma fundacional atendiendo “las nuevas formas de cautividad” con características tales como:

-         Aquéllas que oprimen y degradan a la persona humana.
-         nacen de principios y sistemas opuestos al evangelio;
-         ponen en peligro la fe de los cristianos,
-         aquéllas que precisen de ayuda, visita y redención de personas encarceladas.
ACTUALIDAD
Ya no importa si la persona encarcelada es cristiana o musulmana ni si es creyente o no siquiera. No importa si está en prisión por un delito de tal o cual calibre o por algo incluso innombrable.
Tampoco hay diferencias por ningún otro motivo porque… esa PERSONA tiene su historia, tiene su dignidad… inmensamente maltrecha, degradada tanto por sí misma como por acción de otros agentes, es alguien que ha sufrido y sigue padeciendo lo opuesto al Evangelio, es un ser humano que precisa ayuda, necesita ser reconocido como es y precisa ser redimido, liberado de cuanto le fue llevando al punto en el que ahora se encuentra. Esa persona… es hija de Dios y hermana nuestra.
Hoy conocemos algo que se llama la “Pastoral penitenciaria” y ésta existe “porque Dios es sensible al ser humano en todas sus limitaciones, penurias, sufrimientos y esclavitudes”.
Hace vida aquello de “estuve preso y me visitaste”… y traduce en su existencia lo que aquel samaritano con el hombre maltrecho, apaleado por unos, ignorado por otros pero atendido por quien se le acercó, le atendió en sus primeras necesidades y le acompañó con actitud solidaria en su proceso de rehabilitación.

MARÍA DE LA MERCED NOS INTERPELA
La cárcel, prisión, centro penitenciario…  no es más que la expresión palpable del fracaso de una sociedad que huye de la invitación a vivir la fraternidad a la que está llamada; es el resultado del afán excluyente de nuestro sistema para el que la persona no cuenta si no es en función de la productividad y el utilitarismo mercantilista en el que el ser humano no deja de ser un número más.
La persona encarcelada tuvo una familia, se crió en un barrio, pueblo o ciudad, perteneció a alguna parroquia y era ciudadano… hasta que el escalón de su escalera en el que se mantenía, se rompió y fue golpeándose en cada peldaño mientras caía… hasta verse en el pozo en el que ahora se encuentra.

Podríamos preguntarnos si “esos muros y rejas que ahora le envuelven y nos separan de ella son, en realidad, más fáciles de vencer que nuestras reticencias a reconocerle como hermano o hermana”. Si cada cual se contestara con honestidad quizás tendríamos que reconocer que “esa dureza de corazón que padecemos es la misma causante de la cadena de desgracias que le llevó a dar con sus esperanzas rotas en una triste celda”.
La persona encarcelada, sigue teniendo hoy una familia, ¿cómo la apoyamos y acompañamos? Tiene, por lo tanto, un domicilio en la calle, está en un barrio, población,… pertenece a una parroquia, ¿le consideramos un vecino más, nos interesa su situación, le acogemos?

También hay otros hermanos aprisionados en celdas personales, familiares, expresadas en el odio, el estilo de vida de la desunión, de ver todo negativo, de meterse en la cama de los demás, en la crítica por la crítica misma, sin deseos de superación, hermanos que viven presos de tantas adicciones y soledades, desamparos de todo tipo y no están en una cárcel, están cerca nuestro.
No nos contentemos con cuatro palabras, salgamos al encuentro del malherido botado en la cuneta de los caminos que llevan a la privación de libertad porque… allí está Él, Jesús, como Buen Samaritano, enseñándonos el camino de ser hermanos, hijos de un mismo Padre, parte importante de un mismo Cuerpo.
Eclesalia Informativo
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