CON LA MÚSICA A OTRA PARTE! ¿TIENE LUGAR EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN?
EL MISTERIO DE LA MÚSICA
¿Qué es la música? ¿Cuál es su esencia? ¿Qué percibimos
propiamente cuando escuchamos música? La música es invisible, aunque podamos
ver en un gráfico la intensidad de sus sonidos. Ocupa misteriosa el espacio,
pero sobre todo se expresa en el tiempo.
Diseños misteriosos e invisibles
llegan a nosotros convertidos en sonidos. Penetran hasta lo más profundo del
alma. La conmueven, la activan, la adormecen o serenan:
“la música es un arte excelso y admirable; actúa
poderosamente sobre lo más íntimo del ser humano y es profundamente comprendida
como una Lengua Universal cuya claridad supera incluso a la misma intuición”
(Arthur Shopenhauer).
En la música nos habla alguien que algún día quiso
comunicarse con nosotros. Nos transmite aquello que late en su intimidad,
aquello que se enciende en él o ella. Nos habla sin palabras, a través de los
sonidos del mundo y de las cosas, a través de la maravillosa versatilidad de la
voz humana y del ingenioso sonar de los elementos. La elaboración musical es un
acto espiritual protagonizado por el Espíritu divino en el espíritu humano.
En la música la “naturaleza se transforma en amor”,
decía Nieztsche interpretando a Wagner;
pero también en lamento, en protesta, en pasión…. Cada pieza musical tiene los
rasgos inconfundibles de su autor o autora y revela lo bueno o perverso de su
alma.
La música es “phoné” (voz) y ritmo. El ritmo lo llevamos
en el corazón y en la venas, en el pulso, en cada acto de respiración y en el
comer –que mantienen el ritmo de nuestro cuerpo-. La música resucita los
instrumentos; los vuelve espirituales, creativos, expresiones del alma, nos
descubre nuestra identidad misteriosa.
La palabra es música elemental y la música es lengua
narrativa. Todos tenemos algo que decir; todos entendemos el lenguaje de la
música. Pero aquello que nuestra lengua no llega a narrar, lo narra la lengua
de la música, superando las barreras lingüísticas:
“Despues del Silencio, lo que más se acerca a expresar lo
inexpresable es la música” (Aldos
Huxley)
Es lengua universal, que todo el mundo entiende. Es
lenguaje intercultural y transcultural. Habla con lo emocional. Por eso, la
música es ecuménica, genera comunión entre los diversos. La música instaura
comunidades. San Agustín dijo que “al final, todos seremos música”; para él la
música es una forma de transcendencia y de apertura a Dios.
LAS FORMAS DE LA MÚSICA
Hoy se clasifica la música con diversas etiquetas:
Gregoriano, Rock, Jazz, Flamenco, Clásica, Tango, Reggae, Samba, Funky,
Tradicional, Gospel etc. Las clasificaciones de la música responden a diversos
criterios: las formas musicales, los instrumentos utilizados, la zona geográfica,
el estilo, la cronología, los aspectos sociológicos o religiosos etc,
La música emerge a través de grandes compositores de
todos los tiempos y culturas, fueron han sido personas abiertas al mundo que
les rodeaba, y que sintieron la fascinación de los sonidos y de sus
posibilidades.
Hay ciertamente una música “barata”, comercial, que se
utiliza para entretener. para colmar el vacío existencial con un movimiento
meramente exterior y convulsivo: música-ruido, de ritmo mecánico y torpe que
amodorran el sentido, “música para esclavos” (Aristóteles).
Hay también una música “encantada” que nos evade de la
realidad, nos deslumbra “de fuera hacia dentro” (Rilke). Es la música de la
evasión interior, que nos desconecta de la la realidad. Y allí se demuestra
nuestra interioridad en toda su desnudez y se muestra sin simulación. De la
existencia interior recibe la música impulsos directos, tanto constructivos o
creadores como destructivos.
Esa música nos hace olvidar, o llorar, o emocionar: nos
lleva a los sueños nocturnos del pasado, o acompaña nuestros sueños diurnos del
futuro. Efímera y eterna al mismo tiempo, la música, forma parte de cada
individuo, y es, a su vez, capaz de descubrirnos una parte de nosotros que
desconocíamos.
EL INFLUJO DE LA MÚSICA
Como armonía y terapia
Existe una alianza sorprendente entre las matemáticas y
la música. Ambas de definen por la armonía, por la proporción de las partes
de un todo. Pitágoras fue el primero en
llamar “cosmos” al conjunto ordenado de todas las cosas, en contraposición al
“caos” o el desorden. El orden cósmico es dinámico: el universo está en
movimiento y es el movimiento de los astros y de las fuerzas que los mueven el
que se ajusta en un todo armónico. Para los pitagóricos el cosmos es armonía,
el alma es armonía.
La enfermedad, el mal es todo lo contrario: desconcierto,
desarmonía. Por eso, la música es terapéutica, curativa, medicinal. Ejerce
sobre el espíritu un poder especial: restablece su armonía cuando ésta ha sido
turbada. La música es purificadora (catarsis), mágica, curativa. Las
matemáticas y la música, lo que se aprende por los ojos, y lo que se aprende
por los oídos, constituyen los dos caminos para curación del alma.
La música es un saber sublime y fundamental para la salud
y la purificación ética del ser humano. Y, sin embargo, ¡qué poco se utiliza en
los procesos formativos dentro de la Iglesia!
Como maestra
La música nos enseña a aprender paso a paso. Aprender
música exige método, dar pasos progresivos. La música nos enseña a disfrutar
del camino, a saborear cada pequeño éxito y no sólo a centrarnos en la meta.
Este proceso nos enseña disciplina porque con música la disciplina se hace más
necesaria que nunca.
La música nos enseña a apreciar la belleza. Crecemos en
la apreciación de otras bellezas y artes y crecemos en nuestra propia belleza y
arte.
La música nos enseña la comunidad. La música es para ser
compartida: con otros en un coro, con la audiencia, con amigos y la familia.
Cuanto más tomamos parte en un grupo que hace música más estrechos son los
lazos entre nosotros, porque compartimos algo altamente único y personal que
procede directamente de dentro de nosotros. La música tiene el poder de crear,
construir y fortalecer la comunidad.
La música nos enseña el amor. Cuando apreciamos la
belleza y nos perseguimos nuestros sueños, cuando nos arraigamos en la
disciplina y crecemos en confianza, cuando aprendemos más sobre nosotros y
alimentamos la comunidad, la última lección que estamos aprendiendo es la
lección del amor.
LA MÚSICA QUE TRANSFORMA Y SANTIFICA
A quien le gusta la música le atraen los sonidos de la
naturaleza, de la voz humana, de los instrumentos en sus millones de
combinaciones diferentes. La música no pide no “oir”, sino “escuchar”. Dios no
habla sólo a través de palabras. El “shema” (¡escucha!), ¿no habrá que
referirlo también a la escucha de la música? ¿No es la música también voz de
Dios? ¿No será la música la voz del Espíritu?
CONCLUSIÓN
Probablemente se me dirá que la Iglesia está bien
abastecida de música. Que no es necesario exagerar. Que fue en los monasterios
en donde se dio ese gran acontecimiento cultural que fue la creación de la
escritura musical.
Se dirá que tenemos una gran historia musical que
recordar con el Gregoriano, la polifonía. Pero también hay que decir, que gran
parte de la composición musical religiosa no ha sido acogida en nuestra
formación y vida espiritual. También hay que decir que nuestras teologías de la
Palabra, han excluido la Palabra musical.
Que en el tiempo del posconcilio no hemos sido capaces de
entrar en un gran y serio proceso de renovación e innovación musical. Entre los
“recortes” económicos que nuestra opción por los pobres, los marginados, los
últimos, nos ha pedido, la música ha sido una de las más afectadas.
Llega el tiempo en el cual plantearnos una “nueva
evangelización” nos invita también a preguntarnos si también nosotros vamos a
seguir diciendo: “¿con la música a otra parte?
José Cristo Rey García Paredes, cmf - Martes 13 de Marzo del 2012
DIOS ES BUENO TODO EL TIEMPO - Don Moen
Dios es bueno todo el tiempo
Se puso una canción de alabanza en este corazón mío.
Dios es bueno todo el tiempo.
A través de la noche más oscura, su luz brillará,
Dios es bueno, Dios es bueno todo el tiempo.
Si estás caminando por el valle
Y hay sombras por todas partes.
No tengas miedo, él te guiará
Él te mantendrá sano y salvo
Porque Él ha prometido que nunca le dejará,
ni te abandonaré y su Palabra es verdad.
Éramos pecadores, tan indignos,
sin embargo para nosotros Él eligió morir.
Nos llenó de su Espíritu Santo
ahora podemos pararnos y declarar,
que su amor es eterno
y que su misericordia nunca va a terminar.