La experiencia de la Pascua, es una experiencia de
interioridad, de presencia serena y viva de Dios en cada corazón. Para llegar a
eso hemos tenido un tiempo, la cuaresma, para prepararnos y hacer de nuestra
vida un lugar de oración, reflexión y de acción, un ver, juzgar y actuar para
fortalecer mi relación con Dios.
Palestra sugiere un lugar de entrenamiento, de
preparación, pero también un tiempo de resucitar, de asumir el hombre nuevo y
meterme de nuevo en el mundo en que vivo, la realidad de todos los días, que casi
en nada cambió con la realidad de los tiempos de Jesús y todo su caminar hacia
la misión encomendada.
Para una persona que asume la pascua, son tiempos de
asumir compromisos olvidados, perdidos, pero siempre vigentes en el resto fiel.
Son tiempos de desafíos permanentes en la familia, el
trabajo, el estudio y la vivencia de hombre comprometido con la realidad propia
y de muchos hermanos.
Decir Felices Pascuas es decir todo un proyecto de vida,
de tomar conciencia que mi aporte como discípulo de la vida nueva, es necesaria
para los que me rodean vean un signo de esperanza constante, de testimonio
positivo, de alegría aún en los momentos dolorosos, de aceptación en las
vivencias difíciles, de dar gracias por todo lo que puedo hacer.
Con esa reflexión en nuestros corazón, nos atrevemos a
decirles, felices Pascuas de Resurrección.