COMUNIDAD BARTIMEO - Etapa Jóvenes Adultos - Señor; una carta para ver con tus ojos el plan que tenes para nosotros.

Carta
Mi querido Dios me tomé unos minutos para escribirte, sé que hace mucho no lo hago, pero siento la necesidad de decirte que desde que me miraste, sentí que me amaste y transformaste mi vida, desde ese momento ya no soy la misma…!!
Recuerdo cuando era chica, rezaba e iba a misa sola, sentía la necesidad de hablar de vos, pero no podía contarles a mis amigos, compañeros o familia, porque me daba vergüenza. 
Una vez en misa cuando miraba a los chicos del coro cantar, quería estar en ese lugar, te lo pedí hace unos diez años más o menos, fue cuando enviaste a uno de tus siervos para que me llamara (como llamaste a ese ciego de Jericó). Sin conocer tus planes entre a Palestra, en mi primera comunidad Emmanuel te serví y fui servida. Cuánto amor sentí en ella..!! Aquí me enseñaste a vivir en comunidad, me enseñaste a evangelizar y a llevar mi cruz con alegría.

Cuando niña te vivía sola, por vergüenza, cuando joven te vivía en una comunidad parroquial, con alegría. Pero al crecer, sentía la necesidad de servirte de otra manera, no sabía cómo, pero no quería apartarme de vos. En diez años en Palestra aprendí que este estilo de vida era el que quería para siempre…!!!
Te rogué que no dejarás que me aparte de vos y una vez más pusiste a una sierva tuya para que me llamara, me encontraba a la orilla del camino (como el ciego de Jericó). 

Hace casi ya un año y medio que me reúno con estos chicos. Ellos se convirtieron en mis hermanos. Me dejaste ser testigo de la lucha que sentían, me pude ver en ellos, al notar que les gustaba este estilo de vida palestrista y sentían dolor de apartarse de su primera comunidad, al igual que yo, los vi llorar, levantarse, planificar y caminar con alegría hacia una nueva meta.
Cuánto me amás mi querido Jesús que me diste la oportunidad de verla crecer a esta pequeña comunidad…!!!.

Qué hermoso fue cuando te manifestaste para darnos un nombre, vos trabajabas en silencio en nuestros corazones, haciéndonos vivir cosas. Bartimeo nos llamaste, hijo del honorable. Qué hermoso fue cuando nos pusimos a armar la carta fundacional, todos trabajando para que quede plasmado lo que queremos ser, a donde queremos ir y cómo lo haremos.
Mi Señor, sabés lo que siente mi corazón, y la alegría que sentí al conocer la noticia, que después de un año y medio de trabajo, llegamos al lugar que nos tenias preparado, el primer paso era que formemos una comunidad palestrista, eso lo logramos, sé que tenés muchos más planes para nosotros, es por ello que te pido en nombre de ellos, lo que te pidió Bartimeo: “Señor que yo vea”.

Señor que veamos donde nos necesitas más, que ver con tus ojos el plan que tenes para cada uno de nosotros. 
Como Bartimeo, que luego de estar sentado a la orilla y dejó el manto para seguirte, de igual manera quiero dejar mi manto, porque sé que el mejor camino es el que vos me tenés preparado. En este momento de intimidad con vos, quería agradecerte el amor que me tenés, y que voy a tratar de permanecer en el lugar que me indicas, cada vez que me lo pidas.

Con amor. Re González