Desde hacia un tiempo compartía mis tardes de sábados con maravillosos jóvenes y adolescentes en mi parroquia, la de Pancho como le gustaba decirle a ellos, donde todo era Servicio y Pasión.
Y sin imaginarlo Dios tenía pensado un lugar nuevo para mí, una comunidad de jóvenes adultos, un lugar más acorde a mi realidad.
Cuando ingresé a Bartimeo, era una comunidad en formación, no entendía nada ni siquiera sabía porque había dicho que sí. El señor no se deja ganar en generosidad, puso en mi camino personas que me ayudan en mi 4to. día, con quienes aprendí a compartir la lucha ligada en la oración, mi inquietud de trabajar por los demás, con su compañía mi cruz se vuelve más liviana al igual que mi PEDALeo.
Cada vez que me encuentro en ese duro desierto ellos son un oasis, aquí aprendí que se ama lo que se conoce... Un año de perseverancia, un año de compartir con hermanos.
Gracias Mamá María por mi familia, por mis amigos y por esta hermosa comunidad...
Oscar Castillo - PM 87